Desvelando los secretos de los grandes maestros: técnicas de diagnóstico aplicadas a la pintura

Adriaen van Ostade. El pintor en su taller. 1663.

Las nuevas tecnología aplicadas a la investigación en la Historia del Arte

Durante varios segundos los restauradores y conservadores contuvieron la respiración. Después, instintivamente, sus miradas se dirigieron hacia el ángulo inferior izquierdo del lienzo, lugar donde el maestro flamenco solía estampar su firma. Y allí estaba, oculto probablemente durante varios cientos de años por fin salía a la luz: el nombre de Pieter Brueghel (El Viejo) y la fecha, incompleta, de ejecución de la obra. Acababan de realizar uno de los mayores descubrimientos en la Historia del Arte de los últimos años: la aparición de un nuevo «brueghel,» el artista flamenco más importante del siglo XVI, de quien sólo se conservaban unas escasas 40 obras hasta el momento.

Durante todo este tiempo «El vino de la fiesta de San Martín» había guardado el secreto de su autor; ahora, sin embargo, los expertos podían leer la firma con casi tanta claridad como si hubiera sido realizada el día anterior. Y no sólo eso. También podían observar el dibujo original trazado por Brueghel, las variaciones posteriores que había hecho sobre el mismo y los repintes que se habían ido sucediendo a lo largo de su vida. Además, encima de la mesa, descansaba un sobre con el resultado de los análisis realizados en el laboratorio gracias al cual se podían conocer las características técnicas de la composición del lienzo (en realidad una «sarga»), las capas de imprimación y los distintos pigmentos y aglutinantes utilizados por el maestro para crear el temple.

La tecnología actual nos permite conocer todos estos datos de forma que podemos llevar a cabo un examen tremendamente exhaustivo sobre una obra determinada. El desarrollo de técnicas de análisis aplicadas a la pintura ha posibilitado que podamos saber cuál era el método de trabajo que seguía el artista, los materiales que utilizaba y las condiciones de conservación de la obra a lo largo de su historia. Estos conocimientos nos permiten tener una visión mucho más amplia del artista, su trabajo y la época y la sociedad en que desarrolló su obra derribando viejas fronteras de la Historia del Arte. Suponen, además, una herramienta imprescindible para el trabajo de los restaura- dores a la hora de intervenir sobre una pintura y de establecer las posteriores condiciones de conservación. Por otra parte, estos métodos de análisis son un aliado altamente eficaz a la hora de realizar atribuciones o identificar falsificaciones aunque no siempre serán determinantes, como veremos más adelante.

A lo largo de este artículo vamos a examinar los métodos de análisis más importantes con los que contamos actualmente, tales como la reflectología infrarroja, la luz ultravioleta, la radiografía o el análisis de materiales y soportes. Veremos cómo trabajaban los grandes maestros, qué técnicas utilizaban y también qué quisieron ocultarnos.

La Sagrada Familia de la perla. Rafael Sanzio. 1518-1520.

La reflectología de infrarrojos: contemplando los trazos ocultos

Desarrollada a finales de la década de los 60 por el físico holandés J. R. J. van Asperen De Boer la reflectología de infrarrojos (RI) es una técnica utilizada para «ver» a través de las diferentes capas de pintura. Cuando los rayos infrarrojos atraviesan una superficie, las capas de pintura inmediatamente superiores se vuelven transparentes, siendo visibles las capas que se encuentran a más profundidad.
El grado de penetración de los infrarrojos depende de varios factores, como la delgadez de las capas, el tipo de pigmento utilizado (óleo, temple, acrílicos…) o la longitud de la onda de los rayos. Cuanto más larga sea la longitud de la onda y más finas las capas de pintura, más fácil será la penetración de los infrarrojos hasta las capas inferiores.
Una cámara especial captura la luz que se refleja en la superficie de la obra. La imagen resultante es lo que se conoce como una reflectografía infrarroja y, al ser digitalizada, aparece como una imagen en blanco y negro.
Al ser capaz de atravesar la capa de barnices y algunos pigmentos la RI nos permite ver qué hay debajo de la pintura visible. De esta forma podemos acceder al dibujo subyacente que el artista realizó sobre el soporte como base de su trabajo, apreciar los «pentimenti», diferenciar las correcciones, etc. Supone, por lo tanto, una herramienta inestimable a la hora de conocer el proceso de elaboración de la obra, la com- posición inicial (distribución de las figuras y objetos en el espacio), posibles manipulaciones posteriores a la mano del artista y su estado de conservación.
El uso de la RI ha venido acompañado de curiosos descubrimientos sobre las técnicas de trabajo de algunos maestros. Sabemos, por ejemplo, que Rafael, uno de los grandes genios del Renacimiento Italiano, solía trazar una trama en cuadrícula que le facilitaba el traslado del dibujo del boceto preparatorio al lienzo. Así podemos observarlo en su obra La Sagrada Familia de la Perla (figuras 1, 2 y 3), actualmente en el Museo del Prado.
Al realizar el estudio de E»l viejo guitarrista», de Picasso (figura 4), el Art Institute of Chicago descubrió que bajo esta pintura se ocultaba otra en la que se apreciaba el retrato de una mujer de largos cabellos negros. El motivo es que el pintor malagueño solía reutilizar sus lienzos, sobre todo en sus primeros años y en sus épocas azul y rosa cuando aún no era un artista reconocido y apenas ganaba el salario justo para subsistir.

Este texto es un extracto de un artículo publicado en la revista ACTA de la Asociación de Autores Científico-Técnicos y Académicos. Puedes leer y descargar el artículo de manera gratuita haciendo clic en el enlace.

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