Criterios técnicos y objetividad para la valoración de obras de arte y objetos de valor

“Salvator Mundi”. Leonardo da Vinci. Ca. 1500. Adjudicado por 450,3 millones de dólares.

Poniéndole precio al arte

En noviembre de 2017, la sede neoyorquina de la casa de subastas Christie’s batió todos los records de precios alcanzados hasta entonces en la historia del mercado del arte: la obra “Salvator Mundi”, de Leonardo da Vinci, la última pintura del maestro renacentista en salir a la luz, alcanzó la astronómica cifra de 450,3 millones de dólares. Aunque las expectativas eran muy altas (el precio de salida establecido por la casa era de cien millones de dólares), este espectacular precio de remate fue todo un terremoto en el mundo del arte. En primer lugar, porque contradecía la creencia de que los antiguos maestros no son capaces de desbancar a los grandes artistas contemporáneos, como Picasso, Basquiat o Lucian Freud. Pero también y, sobre todo, porque volvía a poner sobre la mesa el eterno debate sobre la valoración de obras de arte y objetos de valor.

Bien es cierto que “Salvator Mundi” es, por sí misma, una obra de arte de un valor casi incalculable, al haber sido realizada por uno de los maestros más influyentes de la historia (no entraremos en este artículo a debatir sobre la autenticidad o no de la misma). También lo es que la casa de subastas Christie’s llevó a cabo a una labor de marketing sin precedentes encaminada a conseguir el máximo precio de remate posible y acallar las voces que clamaban que la obra no podía ser un auténtico “Leonardo”.

Pero, no obstante, el hecho de que la cifra alcanzada fuera tan elevada hizo que muchos cuestionaran el verdadero valor de la obra y los métodos que se utilizaron para fijar el precio de salida, tan alejado del precio finalmente alcanzado.

En efecto, cada vez que las grandes casas de subastas internacionales alcanzan precios millonarios, las voces que critican dichos resultados no tardan en surgir. Y, sin embargo, la forma en que se fijan los precios de salida y estimación de las obras de arte es, en realidad, bastante rigurosa, dejando pocos elementos al azar o a la subjetividad.

En este artículo vamos a analizar diferentes tipos de obras de arte y objetos de valor, desde pintura a coleccionables, prestando atención a los diferentes elementos que hacen cada pieza valiosa y especial

Por supuesto, deberemos atender a diferentes factores si la obra que nos interesa es una pintura de alta época, una escultura contemporánea o un juego de té de plata, pero en todos los casos existen unos puntos en común que serán los que nos darán las claves del valor del objeto.

La pieza nos dará por sí mismas todas las características que determinarán si es valiosa o no, solo tenemos que tener claros cuáles son sus puntos clave y prestar atención, intentando no dejarnos distraer por elementos externos que pueden desorientarnos y llevarnos a una conclusión errónea.

Algunos de estos elementos externos pueden ser:

  • El entorno físico: que una obra se encuentre en un lugar al que, en principio, no pertenece puede influir nuestra valoración llevándonos a error. Por ejemplo, una obra que se en- cuentra entre otras de menor valor en un mercadillo, no quiere decir que sea necesariamente poco valiosa. Igualmente, una obra que se encuentre en un palacio, rodeada de piezas de gran calidad, no implica que la obra en concreto sea valiosa. Es necesario analizar cada obra objetivamente, independientemente de su entorno. Recientemente, una obra desconocida de Cimabue fue descubierta en la cocina un piso parisino. Su propietaria era una señora mayor que desconocía por completo que aquella pintura alcanzaría en subasta seis millones de euros.

  • Restauraciones: algunas restauraciones son tan agresivas que pueden enmascarar el verdadero valor de la obra. Repintes, “reentelados” e integraciones mal ejecutadas pueden llevarnos a error. Es importante saber identificar estas intervenciones sobre la obra e interpretar lo que realmente nos dice de ella.

  • Pátinas y añadidos posteriores: el paso del tiempo va poco a poco depositando su huella en las obras de arte, pudiendo hacer que parezcan poco valiosas cuando una sencilla lim- pieza realizada por un buen restaurador bastará para devolverle todo su esplendor. De la misma forma, algún añadido posterior, como un elemento ornamental añadido siglos des- pués, puede hacernos llegar a la conclusión de que la pieza sea más moderna de lo que es en realidad, haciéndonos emitir una valoración y datación erróneas.

    Teniendo en cuenta todos estos factores y partiendo siempre de la idea básica de cada obra de arte es, por sí misma, única y especial, vamos a analizar diferentes tipos de obras de arte y las cualidades y características a las que debemos prestar atención en cada caso.

 

“Cristo burlado” de Cimabue. Descubierto en una cocina parisina, alcanzó los seis millones de euros en subasta.

Tasación de pintura

Si queremos descubrir si una pintura tiene valor, debemos atender a numerosos criterios y éstos son diferentes si nos encontramos ante una obra de alta época o ante una de arte moderno o contemporáneo. Existe tal variedad de obras, estilos, técnicas y calidades que es imposible cubrir ni siquiera una pequeña parte en el corto espacio del que disponemos en este artículo.

Aún así, podemos dar una serie de claves generales para orientar al lector y que valdrán para todos los estilos y períodos de la pintura.

En primer lugar, cuando tenemos ante nosotros un lienzo o una tabla surge una pregunta fundamental: ¿Quién la hizo? De la respuesta a esta pregunta va depender su valor y el destino que le aguarda

El reverso es igualmente importante. Nos dará información sobre el tipo de lienzo y su antigüe- dad, dos detalles básicos para datar y tasar la pintura. Desafortunadamente, muy a menudo, las obras en lienzo aparecen “reenteladas”, es decir, sobre el lienzo original se ha añadido otro más reciente, que oculta por completo el primero. Esta maniobra es una restauración muy agresiva e irreversible que le resta valor al precio y debe tenerse en cuenta a la hora de realizar una tasación. El “reentelado” comenzó a usarse de forma generalizada a partir del siglo XIX y fue muy frecuente también durante el siglo XX. Afortunadamente, a pesar del “reentelado”, en algunos casos es posible ver el lienzo original en las esquinas de los bastidores.

Un detalle vital para conocer el precio de una pintura son los materiales con que se ha realizado. Consideramos “pintura” las obras realizadas sobre lienzo o tabla, diferenciándolas así de dibujos y acuarelas que se realizan sobre papel.

Los materiales pueden ser muy variados, desde el óleo a los acrílicos, pasando por el temple u otros elementos adicionales como arena, metales, etc., especialmente en obras de arte contemporáneo.

Lo primero que tendremos que ver es si la obra está firmada o no, ya que nuestra investigación posterior dependerá de ello.

Si la obra está firmada podremos investigar sobre el artista. En tal caso, el primer paso será comprobar si se trata de un autor conocido con más obras en el mercado. Si es así debemos comprobar que la firma es auténtica y si ésta coincide con el estilo, técnica y época del creador. Los artistas van variando su firma y su posición a lo largo de los años con pequeñas modificaciones, luego un especialista comprobará si la firma en cuestión coincide con la de época que marca el estilo de la obra.

Con determinados artistas muy cotizados es fundamental que un experto de reconocido prestigio certifique que la obra es auténtica, siendo éste un requisito indispensable para su venta en galerías y casas de subastas.

La identificación del artista, si éste tiene cierta relevancia, nos permitirá consultar índices de precios internacionales y, por lo tanto, ver cuál es su tendencia en el mercado, qué tipo de obras se venden mejor y dónde. Así podremos comparar y valorar con bastante precisión nuestra obra.

Si la obra no está firmada, lo cual es la norma habitual en pintura de alta época, podremos asociarla a una escuela, un círculo de artista o incluso en algunos casos aventurar una atribución. En general, atribuir una obra a un artista concreto es un proceso arduo que conlleva mucha investigación y sólo se recomienda en obras de alto potencial.

En los casos de obras no firmadas, la calidad técnica y estética de la pintura, la destreza en la ejecución, el estado de conservación y la antigüedad van a determinar su valor.

Este texto es un extracto de un artículo publicado originalmente en la revista ACTA de la Asociación de Autores Científico-Técnicos y Académicos. Puedes acceder a él y descargarlo de manera gratuita haciendo clic en el enlace.

 

“El matrimonio Arnolfini” y su firma. Las obras de alta época no suelen ir firmada, pero existen excepciones.

Deja un comentario