Durante la madrugada del 18 de enero de 1990 tuvo lugar uno de los mayores robos de arte de la Historia.
Dos intrusos vestidos de policía entraron en el Isabella Steward Gardner Museum de Boston, uno de los museos más bellos y emblemáticos de Estados Unidos, y robaron trece obras de arte, cuyo valor estimado a día de hoy asciende a entre quinientos y seiscientos millones de dólares.
Entre ellas, se encontraba la que, para mí, es una de las pinturas más bellas que se han realizado jamás, un ejemplo del talento temprano de uno de los grandes genios de la Historia del Arte. Se trata de “Tempestad en el Mar de Galilea” de Rembrandt Harmenszoon van Rijn y es la obra que abre la cabecera de esta web.
“Tempestad en el Mar de Galilea” es el único paisaje marítimo que pintó Rembrandt.
Ejecutó la obra en 1633, poco después de haberse trasladado desde su Leiden natal hasta Ámsterdam; tenía entonces veintisiete años y muchos lo consideraban ya el mejor pintor de retratos y temas históricos en una ciudad en que no escaseaban los artistas con gran talento.
No son pocos los misterios que rodean a esta magnífica pintura. Aunque está firmada y datada, no sabemos para quién la pintó Rembrandt, ni por qué le interesaba este tema concreto —muy poco tratado en la pintura holandesa de la época— ni por qué confió el encargo a un artista que, hasta entonces, no había realizado paisajes marítimos. Sea como sea, Rembradt aceptó el reto, aunque por algún motivo que desconocemos, nunca más volvería a mostrar el mar en ninguna de sus obras posteriores.
Es posible que para realizarlo, el artista se inspirara en una escena similar de Rubens y, sobre todo, en un grabado realizado por Maerten de Vos (1532 – 1603). Varios detalles concretos parecen indicar que conocía la obra. Vemos, por ejemplo, que en la pintura de Rembrandt aparece un discípulo vestido de rojo, inclinándose para vomitar, que también se encuentra en el grabado. Jesús se representa en calma, en el lado derecho de la barca, al igual que en la obra de Vos.
Sin embargo, la composición de Rembradnt es mucho más atrevida y audaz. Baja el punto de vista y la línea del horizonte, de manera que podemos apreciar un cielo cubierto de nubes negras. La luz procedente de un claro ilumina el lado derecho de la barca y la espuma del mar. Una gran ola sacude la pequeña barca, que se eleva en un equilibrio imposible, a merced de la violencia del mar. Toda la escena respira movimiento y dramatismo, acrecentado por el peligro que suponen las rocas en el ángulo izquierdo.
Pero son los rostros de los apóstoles los que atraen toda nuestra atención. Casi podemos sentir su pánico, su desesperación, su angustia…. pero también el coraje y el valor de algunos de ellos. Mientras unos luchan con todas sus fuerzas afanándose en las velas, otros, en la parte izquierda que queda en sombras, se dirigen hacia Jesús.
Existe un fuerte contraste entre la parte izquierda del lienzo, iluminada y con colores vibrantes, y la derecha, en cuyo centro se sitúa Jesús. De hecho, alrededor de la figura de Jesús, incluso el mar parece menos embravecido, como si Su figura representara el corazón de la tormenta, un lugar de calma rodeado de caos y violencia. La forma en que Rembrandt usa la luz, abriendo un claro en el cielo en la parte izquierda puede ser un indicio del milagro que está a punto de operarse: en solo unos segundos Jesús hará que la tormenta se desvanezca y que las aguas vuelvan a la tranquilidad.
Como es habitual en su obra, Rembrandt ha introducido elementos contemporáneos. La embarcación es una pequeña nave de pescadores habitual en Holanda, llamada hoeker, aunque no es totalmente fiel a la realidad. De hecho, en la parte izquierda vemos un arpón para cazar ballenas aunque, evidentemente, esto era imposible en el Mar de Galilea. Pero a Rembrandt no le preocupaban demasiado los detalles históricos, su foco estaba en la técnica y en dotar a sus obras de vida, movimiento y dramatismo.
Justo en el centro del cuadro, una figura, vestida de azul, nos mira directamente. Se agarra el sombrero con una mano, mientras que con la otra se sujeta a uno de los cabos. Se trata de un autorretrato del propio Rembrandt.
Era habitual en la época que los artistas se incluyeran a sí mismos en sus obras, pero en este caso, Rembrandt va más allá y se introduce en la escena formando parte de ella; está en la embarcación, junto con Jesús y sus discípulos, siendo uno más entre ellos. En esta misma época realizó “La elevación de la Cruz” donde también se autorretrata. En esta ocasión es uno de los soldados que está ayudando a izar la cruz, tomándola por la parte de abajo.
Pero en “Tempestad en el Mar de Galilea”, Rembrandt ha elegido representarse en el centro del cuadro, justo en el límite del pequeño círculo de calma que rodea a Jesús. Con su mirada parece invitarnos a que formemos parte de la escena, a que nosotros también tengamos fe y nos aferremos a ella en tiempos de tormenta y tempestad.
Rembrandt no podía saberlo entonces, cuando aún era un joven artista ya bien considerado y con un porvenir brillante, pero en solo unos años iba a necesitar esa fe para superar los terribles acontecimientos que estaban por venir.
Ni “Tempestad en el Mar de Galilea” ni ninguna de las otras doce obras robadas aquella noche en el Isabella Steward Gardner se han recuperado, a pesar de la recompensa de diez millones de dólares que ofrece el museo. Es posible que nunca vuelvan a aparecer y que se encuentren perdidas para siempre.
Pero yo no iba a dejar que fuera así…
“Tempestad en el Mar de Galilea” es una obra importante en mis novelas, aunque aún no te puedo revelar el motivo. He dejado, sin embargo, una pista importante en mi novelette “Retrato de una bruja”, donde aparece por primera vez, aunque no será la última…
Es por eso por lo que es la pintura que abre mi página web. No solo considero que se trata de una obra magnífica sino que, además, en el universo de mis novelas se encuentra en un lugar que… bueno, pero eso ya es otra historia que te contaré más adelante.
Si aún no te has descargado la novelette “Retrato de una bruja” puedes hacerlo gratuitamente en este enlace.
Gracias por haberme acompañado hasta aquí en esta primera entrada de mi blog “Historia secreta del arte”. Puedes dejarme tu opinión en los comentarios o contactar conmigo directamente.
Espero que volvamos a vernos muy pronto para seguir desvelando juntos los secretos del arte.
Sin duda el dominio de la historia y la literatura encuentran un marco perfecto para la obra. Me encanto cada párrafo de la lectura como finas pinceladas de Rembrand.
Es un privilegio leerte
Exelente Ana!!!
El privilegio es contar con amigas tan excelentes como tú. Muchísimas gracias, Blancalila. Un abrazo.